Y yo, yo la amo de verdad por eso me quedé
Llevamos tres meses juntos. Realmente juntos. Me refiero a bajo el mismo techo, a sin salir de la casa. Despierto entre sus piernas cada mañana y no dejo de observarla en todo el día. Mientras va al baño, la espero escuchando a Jannis Joplin, esa vieja que le encanta y se confunde con la música del apartamento de al lado: ponen a un tal Joe Arroyo ¿cómo se llama la canción? Tania, sí, creo. Ella dice que los vecinos son o locos o costeños, y así debe ser, jamás se equivoca.
Ya no hay nada que la motive a ir afuera. Decidió
quedarse enclaustrada, ensopada en los recuerdos, se la pasa diciendo que no
quiere que nadie la vea, que no quiere bañarse nunca más, pero yo le sigo
lamiendo el cuerpo antes de ir a dormir, a mí me importa una mierda, igual,
siempre se termina bañando.
Las veinticuatro horas del día estamos haciendo
alguna cosa: besándonos con lengua, jugando cualquier vaina, durmiendo en
nuestros regazos o brincando con música, sobre todo yo, que me dejo llevar tan
fácil por el sonido que hacen sus dedos chocando al ritmo de nuestras
canciones.
Creo que de los dos, soy el que está más feliz con esta situación. Digo, había pasado días con ella, por supuesto, pero ¿noventa seguidos? Noventa desayunos, noventa almuerzos, noventa comidas, noventa dormidas, noventa bañadas, noventa días con tres cagadas por día que es el promedio. Noventa veces se ha vestido frente a mí, otras noventa se ha desvestido, ¿cómo no estar contento?
Creo que de los dos, soy el que está más feliz con esta situación. Digo, había pasado días con ella, por supuesto, pero ¿noventa seguidos? Noventa desayunos, noventa almuerzos, noventa comidas, noventa dormidas, noventa bañadas, noventa días con tres cagadas por día que es el promedio. Noventa veces se ha vestido frente a mí, otras noventa se ha desvestido, ¿cómo no estar contento?
A veces, cuando salimos a sacar la basura, le veo
un brillito en los ojos, le veo ganas de salir corriendo, pero algo pasa por su
cabeza y otra vez se le cae la mirada, vuelve a quedar opaca. Yo siento que a
ella le duele alguna cosa por dentro y la miro con dulzura, diciéndole que ya
todo va a pasar.
Ella es noble, de veras noble. Cuando vamos a
comer, el primero siempre soy yo, primero me sirve a mí aunque se esté
partiendo de hambre, y el tema de las peleas ya quedó clausurado. Antes sí
teníamos roces por culpa mía, sobre todo cuando salíamos al parque: no podía
evitar cuando veía a Sasha, irme detrás de su culo, se lo quería hacer ahí
mismo. Ella me gritaba que volviera, pero las ganas de olerle el culo a Sasha,
de cogérmela, me ganaban. Entonces, me tenía que halar de ese collar horrible y
cuando lograba alejarme, yo le lamía las manitas para decirle que me perdonara,
que no estuviera celosa, que de Sasha solo me interesaba el culo, pero que ella,
ella siempre iba a ser el amor de mi vida.
*Dibujo: Nicolás Benavides
*Dibujo: Nicolás Benavides
Cuando terminé de leer el último párrafo, volví a leer el cuento completo para darme cuenta qué tan parecida es mi situación. Me gustó mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias Gabriel! un gran abrazo :)
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