El bus no me dejó, yo me bajé de él
A
los treinta y tres dejé de buscar a mi media naranja. Ya no quiero
conocer a nadie, no me interesa. Me aburrí de preguntar ¿a qué te dedicas?
¿Cuántos años tienes? ¿qué te ha parecido la ciudad?... Odio
los protocolos, directo al grano es mejor. Una cosa no va a cambiar por el
tiempo que demore en ser dicha. Detesto los relojes, no los soporto. Cada
que miro uno me siento acosada, como si me dijera “apúrele, apúrele que la vida
se le acaba”.
Me
tomó una parte de la vida entender que andamos en una búsqueda sin sentido, creyendo
que vamos a encontrar al destinado a romper el ciclo de los fracasos amorosos.
Al que nos haga decir “aaaahh con razón comí tanta mierda”.
No funciona así. El que la acaba de cagar, no va a ser el último en cagarla, y no se trata de una forma dolida de ver la vida ni de armar alboroto por eso. En realidad, la razón es muy simple: somos humanos, nuestra mente cambia millón y medio de veces al día, no nos podemos quedar con un solo sentimiento. Lo mismo pasa con el cuerpo: se cansa de estar parado de estar sentado de estar acostado, debe moverse, cambiar, probar otras posturas, es su naturaleza... bien dicen que el cuerpo es la extensión del alma.
Y
la experiencia también lo demuestra, o ¿cuantas cosas de las que usted
creía a los quince años sigue creyendo a los treinta y cinco? Es más a los
veinticinco, ¿cuántas? claro que debe creer algunas todavía, pero la
mayoría cambiaron, sobre todo en cuanto a gustos y percepciones...
La
monogamia además, no hace parte de la biología humana. Es así de simple, ya lo
dijeron varios científicos que se pusieron a analizar hormonas, genes, conducta
y todo eso. Todos crecimos bajo el mismo cielo, regidos por
las mismas leyes naturales. Nadie es lo suficientemente especial para
saber secretos astronómicos, ni la verdad absoluta sobre nada, a la larga, todo
se va en puras hipótesis. Por eso digo que no hay diferencia, ni de un
hombre a otro, ni de una mujer a otra,
Sufrimos
el mismo escalofrío, el mismo temor, el mismo desasosiego, la misma náusea, la
misma muerte... hasta nos hacemos las mismas preguntas... y aún sabiéndolo, nos
seguimos enredando, buscando alguien distinto ¡y claro que llega alguien
distinto! siempre será distinto, pero el punto es que eso no asegura que sea
mejor. Es más, tendrá falencias, las que vienen por defecto con el chip humano
y otras cuantas que ha ido cultivando con los años. No hay nada qué hacer, solo
pegarse de lo mejor, de ese sentimiento de compresión que nace entre dos
personas cuando se aman auténticamente: con pleno conocimiento de sus defectos,
con sus temores y frustraciones... con toda su humanidad a cuestas.
Eso
se lo recomiendo a usted que sigue en la búsqueda. Yo que pude asimilar la
verdad, no quiero aguantarme los defectos de nadie. Ya tuve suficiente con los
que me tocaron mí. Ahora salgo con alguien menor. Resultó ser mejor polvo que
muchos de treinta y pico. Es todo tercito, una piel limpiecita; lindo de la
cabeza a los pies. Ojitos llenos de vida, de un brillito perverso, todo él un
adonis. No invade mi espacio, no hace preguntas, no me desvelo pensando en
cómo hacerlo feliz ni tenemos peleas porque no baja la tapa del sanitario, y lo
más importante de todo, es que antes de él pensé, que ninguna persona iba a
causarme deseo caníbal.
*Pintura: Álvaro Peña
*Pintura: Álvaro Peña
Me gustó bastante. Estoy muy de acuerdo con tu forma de pensar, por ahora. Jajaja.
ResponderEliminarMuchas gracias Gabriel, es gratificante ver cómo varias personas comparten estas opiniones. Te espero en por estos lares.
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